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lunes, 17 de noviembre de 2008

Hikari Himeko

Hikari era una niña normal de 14 años. Sus padres, muy ricos le compraron una casita cerca de un bosque muy frondoso. La única condición para que se quedara a vivir sola con su ama de llaves era que no subiera nunca al desván y que no entrase en el bosque.
Las semanas pasaban desde que Hikari se fue a vivir allí con Aurora, pero su curiosidad aumentaba por momentos, no podía parar de mirar nerviosa al desvan de su casa sin preguntarse por qué le habían prohibido subir. Cada vez que se acercaba a las escaleras que conducían al desvan Aurora la llamaba gritando suplicándole que se alejara de allí. Hikari le había tomado cariño a Aurora asi que le pidió que no le dijera nada a sus padres, no quería que se asustasen.
Un día, Aurora se fue a comprar y le había hecho pormeter que no subíria al desvan, pero, Hikari no le hizo caso.
Hikari veía esto como una oportunidad de liberar la curiosidad de su interior.
Varios minutos después de que Aurora se fuera, Hikari, corriendo descalza, subió sigilosamente a las escaleras del desván. Temerosa, abrió la puerta con cuidado, imaginando que lo que vería seria una habitacion grande, llena de cajas cubiertas por el polvo, a oscuras y con olor a humedad.
Pero al abrir, llena de miedo, cerró los ojos con fuerzas y andó a tientas, fiandose sólo de sus sentidos. Hikari comenzó a notar algo mullido bajo los pies.
"¿Una alfombra?"- Pensó
No. No era una alfombra. Una alfombra hubiera estado llena de humedad y fría, por estar en un sitio a oscuras y sin ventilación. No. Lo que Hikari sentía estaba vivo, rebosante de vida, fresco al tacto de sus pies. Quiso saber lo que era pero, aún había temor en su interior al estar en un sitio que no conocía. No abrió los ojos.
Notó una brisa sobre su largo cabello azul.
"¿Una ventana abierta?"- Sus pensamientos volaban en su interior.
Intentando sacar una respuesta lógica a lo que sentía, Hikari siguió andando sobre aquella cosa mullida que notaba bajo sus pies. Pronto, el miedo fue desapareciendo y sus ojos hacían amago de abrirse.
Estuvo quieta, agudizando sentidos para poder captar algo que le indicase cómo era su alrededor.
Oyó algo.
Pájaros.
Hikari no entendía aquello. Nunca oía pajaros desde su ventana. ¿por qué ahora sí?
"¡Basta ya!¡Quiero saber que hay aquí!"- Pensó y automaticamente abrió los ojos.
Lo que vió la dejo bociabierta.
Estaba en una sala circular. El suelo, cubierto por una capa de verde césped, se extendia bajo sus pies. Las paredes, acostumbrada a ver el papel de flores de todas las habitaciones, era ahora sustituido por un conjunto de árboles, de tronco alto y rugoso. La copa, alta y llena de hojas grandes, hacia las veces de techo, y de ellas colgaban lámparas con formas circulares con extrañas luces azules en su interior.
Recorrió esa gran sala con la mirada cuando vió una luz brillante al final de la sala.
Una curiosidad surgió entonces dentro de ella e hizo que corriera hacia ella con toda seguridad.
De repente, se paró.
Sus ropas, antes vaqueros y una camiseta ajustada blanca, habían sido sustituidas por una toga burdeo bien cómoda.
Su pelo, antes recogido escrupulosamente con una gomilla y unas cuantas orquillas, bailaba suelto con el viento.
Hikari se sintió viva entonces.
Siguió corriendo, con una felicidad inmensa dentro de su corazón.
...::{{...................}}::...
Al cruzar la luz, Hikari miró con asombro su entorno. Ya no estaba en la sala circular de altos árboles, sino en un claro de un bosque.
Pero no estaba sola.
Alrededor de una lumbre cuatro personas estaban sentadas. Tres de ellas supuso Hikari que eran hombres, la restante, una mujer. Había anochecido y hacia frío, se acercó a ellos tiritando.
Al notar su presencia, las cuatro personas se giraron con una velocidad impresionante, sacando a su vez, dagas de sus respectivos cintos.
Hikari, asustada, quiso salir de allí, pero la mujer se dio cuenta de que no pretendia hacerles nada malo, asi que paró las dagas de sus compañeros y, guardando la suya, le indicó por señas que se acercara, tendiéndole la mano. Hikari aceptó, tenía frío y no le hacía ninguna gracia quedarse sola en la noche, en un bosque que no sabía donde estaba.
De pronto, empezaron a hablar, los cuatro, muy rápido, en un idioma que Hikari no conocía.
¿Inglés?¿Francés?¿Alemán?¿Italiano?
Todos los idiomas que Hikari conocía volaban en su cabeza, intentando hallar la respuesta a esos sonidos tan fluidos que salían de la boca de aquellos seres. Hikari había supuesto que no eran humanos, eran demasiado rápidos para serlo, ademas de que eran mucho más altos a los adultos que solía ver.
La mujer se giró y la miró preocupada.
"No la entiendo"- Vocalizó Hikari.
"Tranquila, larina, yo hablo tu idioma"-Respodió la mujer.
Hikari, asustada respodió que no se llamaba así. Que ese no era su nombre. La mujer volvió a hablar, esta vez, más rápido.
"Ya lo sé. Significa mente despierta en mi dioma. Yo me llamo Erulissë, y estos son mis compañeros: Glandur, Beriadan y Alyan."- Dijo esta extraña ser.
"¿Qué...... soys?-Preguntó tímidamente Hikari.
Erulissë, muy sorprendida, le susurró:
"Somos elfos,claro, de Nädindel, claro. Estamos en un bosque élfico. Espera.... Si tu no eres una elfa.....¿eres una humana?
Hikari, sorprendida por la respuesta, respodió lentamente que sí con la cabeza al mismo tiempo que se abrazaba las rodillas. Erulissë la miró, e inmediatamente empezó a habla rápido con sus compañeros. Estos miraron a Hikari con los ojos abiertos, mientras decían cosas en su idioma.
Erulissë empezó a contarle que ella no podia ser una humana, que tenía que ser una elfa, sino, nunca hubiera entrado en aquellos bosques.
Hikari, conmocionada, respondió que eso era imposible, que no tenia sentido, pero Erulissë la tomó de las manos y le dijo:
-"Hikari, tú no eres ésta, déjame mostrarte quien eres de verdad"-
Hikari asintió. Los ojos de Erulissë le causaban confianza.
Pronto, una cálida energía empezó a recorrerle todo el cuerpo. Sintió que sus miembro se alargaban, al igual que sus orejas tomaban la forma característica. Mientras, Hikari, oyó algo, Erulissë estaba habalndo:
-"Majestad, yo Erulissë de la casa Tinúviel, te imploro que recojas a esta elfa perdida entre los humanos, yo, Erulissë Tinúviel, la invito a formar parte de mi casa, así como darle una familia y enseñarla en los aspectos en cuanto a la educación élfica se refiere. Acepta a esta nueva elfa, cuyo nombre es..... ¡EAMANË!
Hikari sintió como si estuviera completa, como si algo que le hubiera estado faltando, ahora se lo hubieran dado.
Erulissë le dijo que ahora era su hermanita pequeña y que siempre, pasara lo que pasara, estarían juntas, y se enseñarían cosas, mutuamente, del mundo en el que se criaron.
"Así, por el resto de la eternidad, estuvieron juntas, aprendiendo la una de la otra, y sin separarse jamás"
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esto...... si, me aburria mucho, pero se me ocurrió asi d repente y tenia qye escribirlo, ya os puede gustar... dos horas y media tecleando sin parar ^^U

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