Páginas

viernes, 1 de enero de 2016

Fin de año: ¡Y lo que surja!

Advertencia: El relato que voy a contar está escrito desde mi punto de vista, en ningún momento afirmaré o negaré la veracidad de lo escrito. Corresponde al lector creer o no creer lo aquí expuesto.




Me he despertado con una resaca de campeonato. No suelo beber nada de alcohol y anoche me pasé con las copas, pero de una manera muy basta. Tengo agujetas en todos los músculos del cuerpo, y por una muy buena razón. Una no hace el primer trío de su vida y se va tan tranquila a su casa. Cada vez que me acuerdo de lo que pasó anoche se me eriza el vello de todo el cuerpo y me vuelvo a notar caliente.


Estaba todavía abriendo los ojos cuando escuché los pasos de mi madre por el pasillo. Gracias a dios que siempre que me voy de fiesta me trae un zumo a la cama, por aquello de la deshidratación y las vitaminas. Cuando entra en mi cuarto, al incorporarme noto como sale de mi cierto fluido, que aún seguía quedando dentro de mi desde anoche. Menos mal que no soy alérgica a los lácteos.



Mi vista aun cansada se pasea por la habitación mientras me bebo el zumo. Los tiquets de chupitos a un euro de anoche aún están sobre la mesa del ordenador. Aunque ahora que lo pienso ya no me van a servir para mucho. Recuerdo cuando me los dieron. Las chicas íbamos por delante de los chicos en el grupo de 20 tantas personas que nos juntamos anoche, para que nos dieran las ofertas buenas a nosotras. El precio era bueno, así que entramos de cabeza a ponernos ciegos a chupitos.


A la cuarta ronda de Tequila estábamos todos sentados en los sofás del Viriato hablando de sexo. ¿Por qué todas las conversaciones cuando estoy borracha se van al sexo? Me acuerdo que estaba muy callada, escuchando atentamente lo que decían todos, aunque dijeran lo que dijesen, la última palabra la tendría yo.


Protejamos el anonimato de las personas incluidas en este relato con un par de apodos. A partir de ahora, me vendré a referir a ciertas personas con los pseudónimos Señor Cyan, Señor Granate, y Señora Agua.
El señor Cyan creía que estaba terminando la conversación sobre una explicación gráficamente detallada sobre su postura favorita (El perrito), en la cual contaba, con numerosos detalles, que era una de las posturas más versátiles puesto que podías follarte bien a la chica, incluyendo azotes, tirones de pelo e incluso si surgía, poder agarrarla del cuello mientras la penetraba desde atrás. El señor Granate, pensativo al lado de su amigo, seguía rebatiendo que la mejor postura entonces para ello era el misionero invertido, el tío abajo y la tía arriba, como toda la vida, puesto que podías incluir todo lo arriba mencionado pero encima podías verle la cara a la chica. Ahora que lo pienso, se pasaron bastante rato debatiendo sobre las posturas favoritas de los dos, mientras el resto asentíamos o negábamos con cada nuevo argumento.
-”Realmente, las dos cosas podrían hacerse en un trío, estaría genial. Quiero decir, el que quiera hacerlo, osea, a mi me daría muchísima vergüenza. Pero, ¿te imaginas? Uff….” - Buscaba alguna mirada que le diera la razón entre el grupo, para terminar mirándome a mí, a lo que sonreí mientras miraba a Cyan, que seguía enfrascado en su debate sexual con Granate, que terminó la conversación con la típica frase de: “Bueno, pero todos sabemos como termina esto, al final todos terminamos cachondos y nunca nadie hace nada” -  A lo que el grupo en general soltó una carcajada. Cyan y yo no. Nos quedamos mirándonos mientras sonreíamos. Me levanté del sofá, los cogí de las manos y los saqué del bar.


Aún seguían extrañados cuando les solté “Bueno, ¿donde se podría hacer un trío?” a lo que Granate boqueó como un magikarp, mientras Cyan rebuscaba en su chaquetón. Al sacar unas llaves, sonriente, con entusiasmo en la voz soltó: “Yo trabajo en una tetería, que cerré antes de cenar y aun tengo las llaves…” - Granate miró a Cyan con estrellitas en los ojos mientras susurraba “Te abrazaría ahora mismo” Y la palabra -Gracias- se le reflejaba en la frente.


La tetería no quedaba lejos, lo cual me vino muy bien porque aún no me había terminado de acostumbrar a los tacones tan altos que me había comprado no hacía mucho. Incluso siendo quien era, a Cyan le costó abrir la puerta de la tetería. Le temblaban las manos y no estoy segura si era por la excitación, el frío, el alcohol, o las tres cosas juntas. Al entrar la primera pude ver que el local efectivamente, sería solo para nosotros tres aquella noche.


No me faltó más que un par de movimientos para sacarme las bragas del vestido, dejarlas en el suelo y seguir andando hacia uno de los sillones que vi al final del salón. Solo oí un jadeo a mi espalda. Aún estaban en la puerta parados mientras me sentaba con las piernas cruzadas. Solo tuve que cambiar la postura de las piernas para escucharles otra vez jadear.
Quise que la bomba cayera rápido para no pensárnoslo mucho. Ya tuve la suerte de que me propusieran un trío antes pero por la vergüenza, las prisas, y el no saber como empezar y qué hacer al final se quedó todo en palabras. Ya no me iba a pasar más.


Mientras avanzaban hacia mí, me iba deshaciendo lentamente el lazo que llevaba mi vestido a la cintura. Podría reemplazarlo más tarde después de lo que pensaba hacer con él, claro. Suerte que era lo suficientemente largo como para que no se quedaran pequeños al partirlos por la mitad. Mientras se quedaban a una “distancia de seguridad” de mi, no pude evitar decirles que “Manos quietas” mientras les vendaba a los ojos a los dos. Cyan se tensó ante mis manos, no estaba acostumbrado a que alguien que no fuera él dominase la situación. Granate seguía boqueando como un magikarp. Imagino que tampoco estaría acostumbrado a este tipo de situaciones.
“Zapatos fuera” -  Los dos me hicieron caso ipso facto. Mientras se quitaban los zapatos a tientas, aproveché para sacarme el vestido y quedarme completamente desnuda delante de los dos, aunque ellos no lo supieran.
“Espero que os quedéis quietecitos…” - Mis manos van hacia la camisa de Cyan, mientras comienzo a desabrocharsela. Escucho su respiración agitada mientras levanta una mano queriéndola llevar a mi cintura. Antes de que pueda alcanzarme, me retiré de él rápidamente. “Ah, ah, ah, dije manos quietas” - Esta vez le tocaba el turno a Granate, que intentaba agudizar el oído para escucharme llegar, aunque siguió dando un respingo cuando apoyé la mano en la hebilla de su cinturón.


Y así continuó una larga media hora mientras los desvestía a los dos. Cada vez que uno levantaba la mano o intentaba acariciarme paraba inmediatamente de tocarlo, y tenía que aguantarse mientras mi atención se centraba en el otro. Lentamente, prenda a prenda, cuando solo les quedaban los calzoncillos, el ambiente no podría haberse puesto más caliente. Ambos, con los ojos vendados, las manos a la espalda, quietos, intentando saber quién de los dos sería el primero en poder liberarse del todo. En mi debate interno peleaban para ver quién sería el primero de disfrutar de mis manos. Pensé que el señor Granate respondería mejor hacia mis caricias, así que empecé a abrazarlo, mientras le rozaba el filo de los boxers con los dedos. Uno a uno, despacio, mientras me recreaba en mi propio placer. Le oí jadear mientras le terminaba de bajar los calzoncillos. Con un suave plof terminaron de caer al suelo, y ambos soltamos un suspiro. Él por no sentir más la presión de la tela. Yo, por ver lo que tenía delante. Noté como respondía ante lo que veía mientras me mojaba cada vez más. Casi ronroneo del gusto cuando mi mano se la agarró. Mientras mi boca se acercaba a su punta, noté un leve movimiento de cadera hacia mi boca, a lo que respondí levantándome inmediatamente y dejándole ahí mientras me dirigía al señor Cyan de nuevo.
-” Ya te lo advertí” - Mientras me relamía al tocar al señor Cyan por encima de los calzoncillos. Notaba el pulso en su pene. Casi podía ver como se hinchaba de sangre cada vez que movía la mano. Cyan sí se portó bien mientras le quitaba los calzoncillos y le masturbaba, solo con una mano, mientras con la otra me masturbaba a mi misma, hasta que él también cayó, e intentó llevar su mano hacia la mía para acelerar los movimientos, a lo que respondí dando un paso atrás, dejándolos a los dos, expectantes.
Cuando ya los tenía a los dos desnudos, delante de mí, no pude mas que sentirme poderosa. Ahora mismo podría hacer cualquier cosa, y eso mismo pensaba hacer.
“Sentaos” -  Mi voz casi no me sonaba familiar, cargada de deseo mientras lanzaba órdenes solo haciendo caso a cierta parte de mi anatomía. Cuando los dos estuvieron sentados en los sofás grandes que siempre suele haber en las teterías, elegí empezar por el señor Cyan, sabiendo que no sabría cómo sentirse, puesto que la que estaba dominando era yo, y sabía que eso lo pondría en un dilema moral.


Cuando me notó acercarme para sentarme encima suya como quien se sienta del revés en una silla, lo primero que hizo fue llevar las manos a mi culo para intentar penetrarme directamente. Un suave apretón de los huevos lo mantuvo inmóvil, haciendo que alzara su (ciega) cara hacia mi. “Las manos arriba y más te vale no moverte” - Mientras le sujetaba las manos por encima de su cabeza y jugaba con él, con su pene en mi entrada. Sabía que lo estaba volviendo loco, cada vez le notaba más duro y más colorado, mientras movía su cadera contra mí buscando profundizar el contacto. Sabía que podía notar lo mojada que estaba, como me chorreaban los muslos, como de vez en cuando, temblaba mientras jugábamos. Justo cuando parecía que por fin iba a penetrarme, me levanté sin decir absolutamente nada. Mientras me sentaba encima de Granate escuchaba bufar a Cyan casi a mi espalda. Estaba medio ansioso y medio caliente, y eso me encantaba.
Con Granate apenas jugué, llegué, me senté, y me penetré a mi misma. Un gemido de placer ronco se me escapo de los labios mientras notaba como entraba entero en mi. Lo mojada que estaba ayudó a poder cabalgarle rápidamente mientras me apoyaba en sus hombros. A él no tuve que decirle que no moviera las manos, había escuchado perfectamente la advertencia a Cyan y se portó bien mientras me lo follaba, escuchando a Cyan a mi espalda desesperarse. Pude notar en su cara que la situación se estaba apoderando de él, así que bajé el ritmo con el que me embestía a mi misma mientras lo abrazaba y le gemía al oído. Lo dejé a punto de correrse mientras me volvía a levantar y me dirigía hacia Cyan. Tenía los puños apretados y respiraba hondo para intentar controlarse. Esta vez me tomé mi tiempo, recreándome, mientras me sentaba encima suya, despacio, y jugaba con su pene, con lo caliente que estábamos los dos, y terminé penetrandome y moviendo mis caderas demasiado lento para lo que sabía que quería. Cyan suspiró mientras echaba la cabeza hacia atrás, en un gesto de placer derrotado. Las gotas de sudor le cubrían el pecho y la frente. Notaba como le palpitaba la polla dentro mía, mientras me movía a un ritmo enfermizamente lento para él. Y cuando justo parecía que se iba a correr, me la saqué de un movimiento rápido, para dejarla apoyada en mi culo. “Ahora es cuando esto va a empezar a ser divertido…” - Le susurré al oído mientras le quitaba la venda de los ojos.

Casi hago que termine, pero yo aún no había terminado con él.




Continuará…

4 comentarios:

  1. Algunas faltas de ortografía, que no puedo evitar ver.
    Aparte de eso, un relato muy intensito y, a mi juicio, bastante bien contado :).
    Me gusta ñ_ñ.

    PD: Magikarp sólo aprende «Salpicadura», «Placaje» y «Azote». Es un set de movimientos interesante, desde luego xD.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Me puedes decir las faltas? Que mira que lo he revisado 4 veces pero parece que siempre se me escapa alguna.

      La elección de Magikarp no fue aleatoria ;D Me alegra que te guste :D La segunda parte ya se está "cocinando", ¡espero que la leas!

      Eliminar
  2. Anónimo12:32

    Notar tu cuerpo desnudo y no poder verlo deber ser una de las sensaciones más frustrantes que existen

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un recurso muy usado en la literatura erótica, me alegro que te guste :)

      Eliminar